Entrega técnica de actualidad relacionada al Blog
En Campo 2.0, la Página WEB
de Susana Merlo del pasado domingo 16 de noviembre se lee claramente este
concepto: “Mientras en el mundo, el precio del petróleo cae a U$S 77 por barril
esta semana, con la carne vacuna ocurre exactamente lo contrario. La
demanda mundial sigue firme, igual que los precios, y se prevé que así va a
seguir por varios años”. Tanto
este concepto como el título ¿Y la “vaca viva” para cuándo?, haciendo la
comparación y refiriendo a la formación geológica Vaca Muerta, coincide con
varios planteos que hemos efectuado en este Blog y que pueden significarle al
país buenas divisas con poca inversión y que además la harían los privados, es
decir, los productores agropecuarios que sólo necesitan señales sensatas del
gobierno. Distinto es el caso del petróleo, con método de extracción
cuestionable, demandante de fabulosas inversiones y el 51% lo tiene que poner
el Estado que participa con ese porcentaje en la parcial estatización de una
sociedad anónima. No nos mueve la intención de cuestionar a otras actividades, sino defender una actividad genuina y que nos identifica como país, aunque no está de más aclarar, por ejemplo, que el precio del petróleo está bajando y el de la
carne vacuna se mantiene firme y con demanda.
Con señales claras y poca inversión, el país puede
llegar gradualmente aunque bastante rápido, a exportar un millón de toneladas
de carne, que como expresa Susana Merlo arrojaría unos U$S 7.000 millones al
año. De automóviles se exportan U$S 11.000 millones pero con 70% de componentes
importados, entonces neto se exportan 3.300 millones. Para exportar carne no
hay que modificar casi nada, salvo la firme decisión política de exportar y no
como ahora que se hacen acuerdos de venta con China, Rusia, y otros destinos,
de un producto que, evidentemente, no quieren exportar. Releyendo entradas de nuestro
Blog de Forrajes Conservados no sólo que coincidimos en muchos aspectos entre
ambos dominios de internet, sino que la factibilidad de mayor exportación es
cierta y no necesita de grandes cambios, ni siquiera de ir en contra de la
sojización ni de ninguna de las producciones agropecuarias actuales, Y la
solución, en el sentido figurado, está “a la vuelta de la esquina”, veamos:
Con
señales claras y perdurables habría dos escenarios posibles,
1. Con las
pasturas actuales más el incremento de algunos verdeos y 1.200.000 ha de
silajes, combinando recría en base a pasturas y engorde con suplementación o
encierro.
2. Incrementar
pasturas perennes en base a alfalfa y festuca/agropiro en el centro y pasturas
perennes megatérmicas en el norte complementadas con al menos 1.500.000 ha de
silajes de maíz y sorgo e incremento importante de henos de moha, alfalfa,
cereales de invierno y el excedente primaveral de las pasturas
En el caso 1. , sólo se incrementaría levemente la
superficie de maíz y sorgo a ensilar y para el incremento de pasturas se
recurriría mayormente a verdeos diversos según zonas. Este planteo es de rápida
aplicación, los granos de maíz y sorgo seguirán jugando su importante y
principal rol en la ganadería y se afianzarían gradualmente los sistemas
productivos mientras se ajustan las señales políticas para crear confianza y
producir más carne a relativo bajo costo, una ventaja comparativa, que además
agrega valor en origen.
En el caso 2. , con la confianza y posibilidades de
exportación se renovarían pasturas degradadas y se incrementarían los forrajes
conservados, que además son los alimentos de menor costo después de las
pasturas. Y aquí también los granos de maíz y sorgo seguirán siendo claves para
el desarrollo de la cadena de carne
Lo aquí planteado, en principio incluye a todos los
tipos de producción, desde el más extensivo al más intensivo. La única limitación
o cuestionamiento lo tendrían los sistemas de producción que no respetaran las
pautas de sostenibilidad que incluyen tanto el recurso (suelo, pastizal y cultivos forrajeros) como el manejo
estricto para evitar contaminación de napas y cursos de agua o cualquier otro
tipo de contaminación. Hoy sabemos que esas pautas de sostenibilidad se
practican “a medias” o por “propia iniciativa” sin un efectivo control estatal.
En ciertos sistemas de Producción de carne que son contaminantes, si tuvieran
que remediarlos, seguramente el costo y la rentabilidad cambiarían
drásticamente. Como ya se expresara en este Blog, no está de más reiterar que las
pasturas y los forrajes conservados evitan los excesos generados por la
intensificación y proporcionan calidad de la carne y estabilidad de la producción, más aún si hay que lograr pesos de faena mayores.
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