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A principios del Siglo XX los cultivos se rotaban para recuperar estructura del suelo, reponer fertilidad, dejar actuar procesos microbianos, controlar mejor las plagas y enfermedades y también se barbechaban para almacenar agua y eliminar malezas. Esos cultivos utilizaban variedades que eran seleccionadas con métodos tradicionales o una simple elección de individuos superiores en cada generación. En algunos cultivos ya se comenzaba a seleccionar apoyados en la genética mendeliana con ayuda de la biometría también incipiente.
En nuestros días y por efecto “fascinación
y admiración” por las nuevas tecnologías que comenzaron en el último cuarto del
siglo XX y porque vivimos en la era de la información,
con la que nos saturan, se piensa que la biotecnología y todo
lo molecular resolverán los problemas y que sustituirán a métodos y prácticas
sólidas y coherentes, consideradas antiguas y que frecuentemente las nuevas
generaciones desconocen o ignoran. Hay que
alertar que la información sólo adquiere relevancia cuando está asociada a
ideas.
Ahora daremos dos ejemplos, pero dejando aclarado que las nuevas
técnicas y metodologías biotecnológicas son útiles y muy positivas para los
avances agronómicos, pero con una mirada sistémica que incluya el conocimientos
de los principios básicos, ya que el fundamento de la ciencia no está en
permanente cambio y que las herramientas (gran parte de las tecnologías
biotecnológicas son herramientas) son complementarias del conocimiento básico.
En lo agronómico, ese conocimiento básico puede ser de las ciencias biológicas
o simplemente técnicas y procedimientos ancestrales a los que la agricultura
moderna todavía debe recurrir. Veamos dos ejemplos:
Rotaciones y plagas El éxito de los cultivos Bt supera las
expectativas de muchos, pero no impide que haya problemas de resistencia en el
futuro. Es por eso que ya aparecen trabajos científicos que lo plantean, buscan
soluciones y recomiendan alternativas como la rotación de los cultivos. Esa
práctica agronómica es útil para controlar mejor las plagas y las enfermedades,
tanto en cultivos OGM como en no OGM. Por más efectivo que sea un gen Bt o
cualquier otro transgen introducido en el genoma de un cultivo, la resistencia
o tolerancia aparecen más tarde o más temprano.
Algo similar ocurre con la resistencia de las malezas a herbicidas y allí
también el buen manejo agronómico dilata o elimina la resistencia.
Mendelismo y
selección Repitiendo
lo que mencionamos más arriba sobre la “fascinación y admiración” por las
tecnologías que comenzaron en el último cuarto del siglo XX como la
biotecnología, se cree que el mejoramiento y la selección de las nuevas
variedades transgénicas está realizado en una mesada de un laboratorio. Nada
más erróneo. La fascinante y poderosa herramienta biotecnológica deberá ser
incorporada a una nueva variedad o híbrido con los métodos de la genética
tradicional que tiene mucho de mendelismo (las leyes de Mendel están vigentes y
lo que evolucionó es el conocimiento del modo de acción y otras características
de los genes y sus interacciones), de biometría, de ensayos agronómicos a campo
por centenares y la elección de la variedad comercial que deberá demostrar con
otra serie de ensayos que es la que conviene registrar como nueva variedad. Hay
que reconocer que todo ese proceso se ha reducido y facilitado por una serie de
técnicas y métodos de la Biología Molecular y de la Ingeniería Genética. Aún en
nuestros días y mientras los cultivos sigan siendo tales, un cultivar moderno es
la síntesis de conocimientos científicos básicos, criterios de selección,
herramientas cada vez más potentes y mayoritariamente biotecnológicas y finalmente
el arte del mejoramiento que lo lidera y aplica un seleccionador con conocimientos profundos
de agronomía, de biología y del cultivo (síntesis de ciencias biológicas y manejo adaptado al ambiente).
Resumiendo, podemos afirmar que la biotecnología hizo y hará aportes
extraordinarios para contrarrestar la sobrepoblación, el hambre y las
enfermedades mundiales con técnicas que funcionan y hacen ese aporte
asombroso dentro de nuevos cultivares. Pero se necesita un enfoque
sistémico donde todos los conocimientos científicos sólidos aporten soluciones
y sustentabilidad. Los dos ejemplos presentados demuestran la importancia del
manejo agronómico de los cultivos y de las leyes que rigen la genética y la
selección con ese enfoque sistémico e interdisciplinario. Maíces y sorgos transgénicos
para silaje, necesitan manejos agronómicos que potencien la tecnología
incorporada y eviten complicaciones a corto plazo, recurriendo para ello a un manejo agronómico
tradicional y sustentable.
JJAIM
ETCHEVERRY, Guillermo. 1999. La Tragedia Educativa.
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 231 p.
http://www.monsanto.com/global/ar/productos/pages/refugio.aspx