martes, 11 de febrero de 2014

Balance de energía para producir Silajes o Bioetanol


Mucho se ha escrito y hablado sobre el consumo energético o el balance de energía para producir alimentos o biocombustibles. La producción de energía mediante los biocombustibles ha acaparado la atención en los últimos años, principalmente por cuestiones político-estratégicas y porque se han atribuido a los biocombustibles virtudes para combatir el cambio climático que realmente no tienen, como fuera demostrado claramente por Hartmut Michel, entre otros.

De los alimentos primarios para producir carne o leche, los forrajes conservados, que tampoco son neutros en la emisión de CO₂ deben producir grandes cantidades de materia seca, no sólo para bajar el costo por unidad de peso sino también para tener un balance energético positivo, ya que el cultivo y principalmente el corte, picado y confección de silajes requiere cantidades importantes de energía fósil como combustibles (gas-oil).

Luis Marquez en su trabajo sobre el consumo energético en la agricultura         (http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/pdfs/versionpdf/Marquez.pdf) ha remarcado que “el consumo de energía fósil en la agricultura tiene poca importancia relativa en el consumo mundial, pero con ella se incrementa notablemente la productividad, y esta energía se utiliza principalmente en la motorización de la agricultura, en la fabricación de los agroquímicos y otros procesos realizados ……”. No entraremos en detalle sobre el tema, ya que nuestro interés es recalcar que la utilización de la energía fósil para agricultura y específicamente para obtener forrajes conservados tiene poca importancia relativa comparativamente con otras actividades y que puede hacerse un uso mucho más eficiente de la energía fósil para producir alimento en forma de forrajes conservados que para producir etanol, al menos con las plantas forrajeras tradicionales para esa finalidad.

Sabemos además, de la necesidad de fibra y energía que tienen los rumiantes y también sabemos de la posibilidad de reconvertir el 100 % de los desechos y los efluentes para utilizar en el mismo sistema productivo, lo que hace la gran diferencia a favor del uso forrajero en contraste con el uso energético para biocombustibles de especies forrajeras como el maíz para silaje de planta entera.  Es por ello que el uso integrado de alimentos y energía, o sea silajes  y reconversión de los desechos, permite disponer de la fibra y de la energía necesarias para los rumiantes y un aprovechamiento integral de los desechos para producir energía,  biofertilizantes y abonos orgánicos para las necesidades del sistema de producción.

Es necesario aclarar  aquí, que los cultivos con menos o nula aptitud forrajera son una opción más útil para producir solamente biocombustibles para vender fuera del sistema de producción.


Sintetizando y volviendo al título de esta entrega, la producción de silajes de maíz y sorgo principalmente, aseguran un mejor balance energético que para otros usos y siguen siendo estratégicos en la producción de carne y leche.