miércoles, 1 de enero de 2014

Las adversidades climáticas, cada vez más frecuentes, justifican aún más el uso de forrajes conservados

La sequía en los campos agrícolas y las inundaciones en los campos bajos son fenómenos cíclicos 

Ambos fenómenos contrastantes, están bien documentados en el pasado y con frecuencias equivalentes ocurren en nuestros días. Esos acontecimientos adversos se van a mantener y probablemente a aumentar porque el calentamiento global potencia la adversidad de esos fenómenos climáticos. Ante ese panorama, los cultivos agrícolas que producen granos forrajeros o planta entera para silaje y los campos bajos ganaderos estarán periódicamente afectados por esos fenómenos. 
Entonces ¿por qué cada vez que hay sequía o inundaciones vuelven a darse los mismos problemas de muerte de animales, traslado de los mismos o producciones de carne y leche seriamente comprometidas?
      Porque los sistemas de producción afectados por esos fenómenos no tienen o no tuvieron la suficiente planificación para enfrentar esas situaciones con la única tecnología agronómica efectiva, de relativo bajo costo y de fácil implementación en períodos normales como es la conservación de forrajes principalmente como heno y silaje. De éstos, el silaje tiene dos ventajas suplementarias: 1) la calidad y energía disponible es sensiblemente mayor y estable en el tiempo de conservación y 2) se puede conservar de un año para el otro con un costo financiero muy bajo.
            
      Por lo mencionado en esta Introducción, no habría justificación para que un sistema productivo de carne o leche se vea afectado muy seriamente por la falta de forrajes conservados. Menos aún si el sistema es semiintensivo o intensivo. Es algo tan simple como transferir alimento (forraje) de una estación de gran producción a una de menor producción; o transferir desde el sistema agrícola o de “la parte agrícola del campo” el forraje producido por un cultivo de rápido crecimiento y alta producción de MS como puede ser un maíz para silaje o una moha para heno.
           
      Es necesario remarcar que una vez producida la adversidad, los cultivos ya implantados se podrán ver seriamente afectados. Aquí, entonces es necesario aclarar que los cultivos seriamente afectados no deberán utilizarse para conservarlos, ya que por el menor rendimiento o la menor calidad forrajera,  el destino final será el pastoreo directo o pastoreo diferido, y en el caso de maíces o sorgos con poca proporción de grano, el pastoreo mecánico (corte y suministro) será lo más adecuado. Como ya mencionáramos en otra entrega, el forraje a conservar deberá tener alto rendimiento de Materia Seca y la mayor digestibilidad posible y consecuentemente un costo razonablemente bajo.  Por ejemplo, cuando un maíz para silaje por efecto de la sequía se seca rápidamente y no está granado o la proporción de grano es muy baja, tendrá un costo significativamente mayor por kilogramo de materia seca digestible. Además, las condiciones de confección del silo y la compactación pueden complicar aún más la conservación del forraje. Algunas pasturas perennes y especialmente la alfalfa, pueden aportar el forraje faltante de los cultivos afectados, y para ello hay que dejar acumular materia seca hasta comienzos de floración tanto en alfalfa como en las gramíneas.  La alternativa de reemplazo de los lotes afectados tempranamente, son los cultivos más rápidos como la moha para heno y los maíces súper precoces o de siembra tardía para silaje. 
      Para los campos bajos ganaderos afectados por inundaciones y donde está la mayor concentración de hacienda en pastoreo, nuevamente la alternativa de alimentación en esas situaciones, es la utilización de heno o silajes. Esos forrajes conservados deberán utilizarse durante el período de inundación y posteriormente para permitir la recuperación de las pasturas perennes, mayoritariamente basadas en festuca y agropiro, con lotus, tréboles en lotes sembrados y de igual forma para pastizales y otras pasturas de esos ambientes edáficos limitantes.

            
Resumiendo, en la producción de leche y carne, los fenómenos adversos que comprometen la producción de alimento (pasto, granos y cultivos para ensilar y henificar), que además son cíclicos, pueden ser atenuados con la planificación previa que contemple un excedente de forrajes conservados, especialmente como silaje, suficientes para soportar la adversidad. Como ya mencionáramos son los alimentos básicos para rumiantes y los de menor costo, de ahí la insistencia para planificar y poder disponer de los mismos en épocas normales o de adversidades. Escalonar la siembra y utilizar diferentes ciclos ayuda a lograr los volúmenes necesarios para conservar, aún con fenómenos adversos. Si no se presentaran adversidades y hubiera exceso de superficie para conservar, en sorgo y maíz se puede cosechar el grano, dejar el lote para pastoreo diferido o realizar cosecha mecánica y en el caso de la moha, pastorear la superficie excedente en estado de prefloración o también efectuar pastoreo mecánico (corte y suministro). Estas situaciones con exceso de forrajes para conservar son una buena oportunidad para hacer descansar pasturas o renovarlas. Eso permitirá además, estar mejor preparado para la próxima adversidad climática