viernes, 3 de octubre de 2014

Los silajes para alimentar rumiantes aventajan a la producción de etanol en eficiencia y sustentabilidad.

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Consideramos a los cultivos con menos o nula aptitud forrajera como una opción más eficiente y sustentable para producir etanol, más aún para el etanol celulósico. 


Los silajes de maíz y sorgo así como los granos de ambos cultivos, tienen un mejor balance energético en la producción animal. Ese balance energético es mayor en los silajes para rumiantes con el aprovechamiento posterior de los desechos como enmiendas o para producir energía por fermentación. En cambio, los granos tienen un balance energético mayor en los monogástricos y también se puede hacer un aprovechamiento posterior de los desechos que mejoren la eficiencia y la sustentabilidad.



El etanol adquirió gran importancia por parte de los países que quieren disminuir la dependencia del combustible importado. Ese es el mayor y mejor argumento para producirlo de cualquier materia prima agrícola disponible en grandes cantidades. Pero debido a los altos costos para sembrar, transportar y procesar maíz, producir etanol es más costoso que el petróleo y es por ello que se lo subsidia. En contrapartida, la industria del etanol contribuye significativamente en USA a la economía en términos de creación de empleo, generación de ingresos fiscales y reemplazo del petróleo crudo importado.






Para que el etanol sea beneficioso debe requerirse bastante menos energía para producirlo de la que el mismo produce. Los cálculos de los costos de producir etanol a partir del maíz, varían. No vamos a discutir diferentes puntos de vista de científicos con cálculos y premisas diferentes, ya que para algunos se requiere 29% más de energía fósil que la que el etanol produce, mientras que para otros, por cada BTU de etanol se requiere 0,74 BTU de combustible fósil. Aún con los cálculos más optimistas, la producción del etanol requiere una cantidad muy significativa de energía como se desprende de esas cifras. El mayor costo (alrededor de 80%) corresponde al grano de maíz, ya que producirlo requiere una gran cantidad de energía por el fertilizante nitrogenado, labores de cultivo, cosecha y acondicionado. Eso es lo que más se cuestiona o critica con respecto a la utilización del grano de maíz para producir etanol. Hay que considerar con mucho cuidado el balance energético, ya que en la Argentina actual, deficitaria energéticamente y con costos de combustibles importados muy altos, destinar esa energía para producir una energía alternativa, al menos hace ruido. Hay que sumar a esa situación el hecho de que en nuestro país se utilizan fertilizantes para los cultivos en cantidades promedio que son menores a la mitad de lo que extrae el cultivo. Es por esto último, que parece un despropósito utilizar parte del rastrojo de maíz para obtener etanol celulósico. Más aún de maíces graníferos modernos que han sido mejorados para aumentar el índice de cosecha y por ende dejan menos residuos en suelos degradados por la baja proporción de cultivos de gramíneas que son los que mejoran la estructura del suelo y el balance del carbono. Es necesario indicar aquí, que el costo de producción de etanol a partir de la caña de azúcar en Brasil es inferior al del etanol de maíz de los EEUU y de trigo y remolacha en Europa. 

En los cultivos alternativos como la caña de azúcar, a partir 
de la biomasa se pueden producir bio-carburantes de forma semejante a las refinerías del petróleo. Es mediante bio-refinerías, que producen combustibles, electricidad y productos químicos. Allí se puede convertir una gran cantidad de biomasa en diversos productos, con mejor eficiencia energética, económica y ambiental. Específicamente, en una bio-refinería, el bagazo de caña, se convierte en productos químicos como glucosa, bioetanol, bioquerosene, biodiesel, ácido cítrico, antibióticos, vitaminas, enzimas, biocolorantes y bioplásticos.  


Como ya vimos en una de las primeras entregas, la necesidad de fibra y energía que tienen los rumiantes y la posibilidad de reconvertir el 100 % de los desechos y los efluentes para utilizar en el mismo sistema productivo, hace la gran diferencia a favor del uso forrajero en contraste con el uso energético para biocombustibles de especies forrajeras como el maíz para silaje de planta entera. Mencionábamos también, que el uso integrado de alimentos y energía, o sea silajes y reconversión de los desechos, permite disponer de la fibra y de la energía necesarias para los rumiantes y un aprovechamiento integral de los desechos para producir energía, bio-fertilizantes y abonos orgánicos para las necesidades del sistema de producción. Finalmente, aclarábamos que los cultivos con menos o nula aptitud forrajera eran una opción más útil para producir solamente bio-combustibles para vender fuera del sistema de producción.



Como reflexión final, la eficiencia con la que se asignan los recursos para producir cultivos y la relación con los usos alternativos de esos recursos, deberían ser considerados en políticas públicas de producción de alimentos, fibras y bio-combustibles; la otra eficiencia a considerar sería la del uso de cultivos alternativos y utilizar, para cada tipo de producto, el más eficiente; la tercera eficiencia a considerar es la capacidad técnica para lograr el máximo rendimiento de los cultivos a partir de un determinado conjunto de insumos; y finalmente como eje de todo lo anterior, considerar el impacto de las prácticas agronómicas en la conservación del suelo.


http://www.frbatlanta.org/pubs/econsouth/06q3-espanol_el_debate_energetico_es_el_etanol_la_solucion.cfm


http://ethanolrfa.3cdn.net/813c483a4451ed5411_yxm6i6ov7.pdf

ITURRA, Antonio René; SILVA, Fábio Cesar da; DIAZ-AMBRONA, Carlos Gregório Hernandez 

Análisis de evolución de la producción de caña de azúcar y de etanol en Brasil. Revista: diálogos, v. 1, n. 2, p.31-50, jul./dez. 2011.  http://fatecpiracicaba.edu.br/revista/index.php/bioenergiaemrevista/article/viewFile/35/20





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